domingo, 13 de enero de 2008

Instantàneas de Anedonia (El Leo)

Calles de Anedonia. Caminos de retorno. Caminos que vì ya una vez. Callejones de paisajes muertos y voraces. Manifestaciones de incomprensiones absurdas y locuaces. Locuaz, locuaz, e irrisorias pancartas se despliegan en estas calles atestadas de estupidez. Verborragia que termina en nada. Colapsa mi sistema. Y vuelvo a recorrer Anedonia. Es el trànsito libre de ignorantes sabios del saber. Todos con derecho, uso y abuso de palabras. Son las muecas de la enfermedad. Son las impotencias de los detestables seres de esta parte de Anedonia. Y que los hay, los hay. Me veo obligado a recorrer los mismos caminos en este regreso. Sentir que nada se ha movido y a la vez todo se conmoviò. Ver que los pobres, pobres moriràn. Los ilusionistas y vendedores de alucinògenos aùn caminan libres e impunes. Los artesanos de la mediocre pasividad surcan las tierras de Anedonia. Los traficantes de puñales asesinos se divierten en la complicidad de otras miserables marionetas de turno. Parece que en estas calles no hay treguas. Y es un desfilar de seducciones, acusaciones, inmadurez, malvados, violencias fìsicas y de las otras tambièn. Todo pasa aquì. Es Anedonia. Es gobierno. En Anedonia entraron. Ellos son los seres hundidos en la desesperaciòn. Los que naufragan aùn en la orilla del màs pequeño arroyo. Entraron los sucios corazones. Entraron los egoìstas seres que arrebatan, hieren y despuès se van. Los que proclaman sus religiones. Los que dicen hacer y no hacen nada. Solo gastar el tiempo y dejar pasar la vida. A veces esquivo leer los diarios de Anedonia. Tengo la esperanza que algunas cosas cambien. Pero solo cambia el calendario. Solo se mueven los almanaques. Allì hay miles de proyectos, iniciativas, leyes aprobadas y por aprobar. Pueden haber tantos y tantos cambios. Pero el modelo siempre està agotado, aùn antes de comenzar. Y no es que esto me cause alegrìa. Pero son las calles de Anedonia. Solo me acontenta verme en ese espejo. Ver que estoy apto. Màs feliz que nunca. Capaz de desafiar al tiempo, a los vacìos, a la incomprensiòn y hasta la indiferencia. Mis almanaques sumaron años y no tan solo tiempo. Y ahì està mi fuerza, mi riqueza. Aùn. hayan dejado lo que hayan dejado, estos años me dan absoluta felicidad. Crecì. Crecì. Incorporè dividendos positivos. Y los que me hacen sobrevivir en Anedonia. Los que me depuran de sus adulterados corazones. Ya no me improta nada. Ya soy inmune a las noticias de los diarios de Anedonia. Pueden escribir lo que quieran. Lo que se les ocurra, o aùn dejar pàginas en blanco. Pueden agredir, usurpar, ir, regresar, herirme o acariciarme. Sè a donde voy. Sè quièn soy. Ese es mi tesoro tangible. Y eso ya me basta. Instantàneas de Anedonia.

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