Mi mente y corazòn vuelven. Tambièn mis deseos. Como una sed, como necesidad, como lo que se escurriò como la arena entre las manos. Y esta vez, el tùnel se hizo màs largo. Esta vez, el subte anuncia la finalizaciòn de su recorrido. Esta vez vuelvo a pequeños sueños que se asoman por mi ventana. Los que seràn posiblemente el retorno a mì mismo. A lo que me despertò alguna vez. A lo que me hizo reìr y trasnochar otras. A los que me movilizaron las ideas y deseos. Y estàn ahì, còmplices de mì mismo. Parecen lejanos, difìciles, desafiantes e inquitantes. Porque para todos se necesita la decisiòn màs abrupta y violenta. Pero mi satèlite-cuore ya no desea opacarse màs en esta oscuridad. Ya no congelarse en el frìo de los demàs. La convicciòn se duerme, se disfraza, se paraliza, duerme y despereza. Pero todo està vivo. Todo es sensibilidad latente que un dìa despierta, presiona y empuja.
Soy el resultado de esa voz. Soy el sinònimo de lo que, en silencio, me habla y desestabiliza. Soy la consecuencia de lo que me afirma y tritura.
Volvì a rozar un sueño. Rescatar la simpleza y belleza de lo que ocurre sin querer siquiera buscarlo. Falta poco y quizàs me decido a poner un primer paso hacia la destrucciòn de tanto mal. La incomprensiòn se hizo entendible, y creo que puede ser puerta abierta. Cielos abiertos que derraman gotas de gracia, de perdòn, de amor y agua oportuna.
Me asomo una vez màs a la intenciòn de saciar mi alma. De ser yo mismo, este mix extraño de cosas que cuido celosamente. Pero que al final encontrarè despuès de tanto y tanto transitar.
Y no es casual, no es ocasional ni quiero ser sentenciado. Es allì donde quiero estar. Todos me llevaron a esto. Dejarè de ser alguien . . . de esperar lo que no llega, de desinflar la ilusiòn engordada de ricas miserias, para ser yo mismo. Para pensar en mì despuès de tanta tormenta.
sábado, 27 de junio de 2009
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